viernes, 25 de noviembre de 2011

Se acabó el bipartidismo.


Decía Rubén Amón (redactor de “La Brujula”) en el programa especial que Onda Cero estaba haciendo sobre las elecciones, que el bipartidismo se había acabado. Ante el silencio atónito del resto de contertulios, Rubén sentenció “Sí, ya no hay dos partidos. Solo queda el PP”.

Y nos guste o no, es verdad. El PP, con sus 186 diputados se ha convertido prácticamente en el “dueño y señor” de España. El pueblo votó y así lo decidió. Nos toca pues “apechugar" durante cuatro años con Marianito y sus amigos (al igual que ya lo hicimos con el gran Zapatero y compañía durante siete).

En Génova todo son risas, alegrías, bailes y chirigotas, pero deberían preguntarse por qué han ganado las elecciones.

La explicación con la que menos hay que pensar es que estas elecciones eran las terceras a las que se presentaba Rajoy, y ya se sabe, que a la tercera, va la vencida.

Otros dirán, que el programa del PP es mejor que el del PSOE (a mi que no me guarden cría), que son los claros merecedores de gobernar y que Rajoy es actualmente el único que nos puede sacar de la crisis (que ya me extraña, dicho sea de paso).

Y ahora, pregunto yo: ¿El PP ha ganado por merecerlo? ¿O por desmerecimiento del PSOE?

Al PSOE, después del nefasto trabajo realizado durante estos siete años, no lo podía levantar ni aunque se presentara el mismísimo Dios bajado del cielo como número uno de los socialistas.

A mi me queda claro una cosa, no ha ganado el PP, a perdido el PSOE.

Y otra cosa que es de chiste (como la mayoría de cosas que ocurren en España) es que partidos como IU o UPyD hayan sacado una cantidad de votos muy notable, para quedarse con tan poca representación en el Congreso. España debería replantearse un cambio en la ley electoral… Pero mientras sigan gobernando los mismos, no la habrá, porque no les interesa.

Aquí es donde entra en juego el pueblo con su voto. El bipartidismo no se puede romper de un año para otro, pero lo que ha ocurrido en estas elecciones ha sido un paso importante. Esperemos que en años venideros siga así.

viernes, 18 de noviembre de 2011

De recortes y recortadores.


España parece, con esto de los recortes, una antigua hoja de las “Mariquititas”. Para mi que es la palabra más escuchada durante toda la campaña electoral, “recorte”.

Que si “tu vas a recortar”, “no, que yo no, que vas a ser tu”, “yo no pienso recortar”, “pues anda entonces que yo”, “dijiste que ibas a recortar”, “eso son insidias Alfredito, nunca dije que iba a recortar”… Y que si la abuela fuma. Y normal que fume, porque con este jaleo, se estresa la gente.

Cada vez que oigo el tema recortes, mi cabeza se bifurca en dos caminos, a los que por más vueltas que le doy, no les consigo encontrar explicación.

Por un lado, estamos todos de acuerdo, la situación en la que vivimos no es buena. Aquella pequeña desaceleración económica que sufríamos en tiempos del gran Solbes, hace ya unos cuantos años, se vino arriba y hoy el mundo esta peor que mal.

Por lo tanto, para poder arreglar esta crisis, habremos todos de “apretarnos un poco el cinturón”. Trabajar unas cuantas horas más, cobrar un poco menos, y que nos suban los impuestos, temporalmente, para arreglar la economía y salir hacia arriba. Es decir, dejar de permitirnos ciertos lujos. Obtener el suficiente dinero como para que nuestro día a día lo podamos vivir bien.

Esto está muy bien, muy bonito, pero no. Pongo el caso de un profesor, amigo mío, que me decía que él estaba a favor de la congelación de sueldos, de trabajar unas cuantas horas más y de esta austeridad en la educación. Y me volvía a decir tajantemente “Yo, estoy de acuerdo, solo así, se puede mejorar la economía española”.

Pero, a la vez, estaba muy enfadado y disgustado, porque le habían congelado el sueldo, no quería trabajar más horas, y en la educación no había dinero ni para comprar tizas.

A mi no me quedó claro. De hecho, por más que discutimos los dos sobre el tema, no fui capaz de entenderlo. Solo saque una cosa en claro: Lo de la austeridad y el sacrificio con el dinero está muy bien, pero a mi que no me toquen el bolsillo.

Y por otro lado, aquí en Castilla La Mancha (porque en Madrid es distinto, es como un universo paralelo), estoy harto de escuchar que por culpa de Cospedal (María Dolores de), se están haciendo recortes en sanidad, educación, etc.

Sin entrar en lo oportuno o no que nos puedan parecer dichos recortes, no se nos debe olvidar que la mayoría de los males de Castilla La Mancha (no vamos a decir que todos) son culpa del señor José María Barreda y anteriores presidentes de la comunidad, como fueron José Bono, Jesús Fuentes Lázaro, Gonzalo Payo Subiza y Antonio Fernández-Galiano Fernández (los dos últimos de UCD).

Cada vez que leo, escucho o veo las críticas de los miembros del PSOE a María Dolores de Cospedal, en mi cabeza se forja la idea de que fue llegar ella, y Castilla La Mancha venirse a bajo, más de lo que estaba.

¿No será que la gestión anterior fue muy mala? ¿Quizá hacen falta estos recortes para que no tengamos que acabar vendiendo Castilla La Mancha a Andalucía? De eso no nos acordamos. Parece ser que hasta que Barreda dejó el cargo, todo iba de lujo…

De lo que si nos acordamos, es que todos los problemas acaecidos durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero fueron culpa de José María Aznar. Todo lo hizo mal.

A ver si va a resultar que Aznar fue también el toro que mató a Manolete… O quizá fue Cospedal. 

viernes, 11 de noviembre de 2011

Echo de menos.


He perdido la práctica. Hace unos meses, Domingo tras Domingo, me sentaba delante del ordenador y me ponía a escribir. No era fácil, pero dicen que la práctica hace al maestro, y yo ya iba por “chico de los cafés”.

Llegó selectividad y cambié el ordenador por los libros. Aunque retomé la costumbre dominical, con las vacaciones, trámites de la universidad, buscar piso, y la “perrería” que el calor manchego supone para el cuerpo, lo dejé. Y lo echaba de menos.

Me está costando. Es difícil ponerse delante del ordenador a escribir algo que a ustedes lectores les interese. Y mira que no será por falta de temas, entre elecciones, griegos (habitantes de Grecia, que la mente siempre piensa mal), los del 15-M que han vuelto a Sol, y el supuesto “final” de ETA, temas para escribir los hay. Pero es que no quería hablar de eso. Me apetece escribir sobre lo que echaba de menos, estar en Canfali cada semana, entre otras cosas.

Así que he vuelto, en parte, por la presión ejercida por mi entorno. Mi abuela, Pilar, llegó un Sábado en que me lo recriminó. Y aprovechando que (ya por fin) he empezado a estudiar periodismo, he pensado “¡Pues vamos a ponernos!”.

¿El título? Lo dice de todo. Eso de vivir en Madrid, está bien, me encanta esta ciudad, pero echo muchas cosas de menos.

Para empezar, Valdepeñas en sí. El Mecano, el Morten, el Sevilla Corcho… Mis amigos, el camino al instituto (sí, por extraño que parezca, porque a las 8 de la mañana no a todo el mundo le gusta estar por la calle), mi instituto (sí, también)… ¡Son tantos recuerdos!

A estas alturas de la columna, he de decir, que me está constando escribir más que levantarme un Sábado a las 7 de la mañana para ir a correr.

Los que vivís (vivimos) en Valdepeñas, no sabemos apreciar lo que tenemos. Eso de poder ir andando a cualquier sitio es un lujo. El Metro, que a mi de pequeño me fascinaba, es un tostón. Ahora entiendo por qué la gente en Madrid es tan “seca”. Se pierde el alma, te cabreas tal como llegas al andén. ¿Por qué? No lo sé, viene de serie con el hecho de vivir en Madrid.

Echo de menos la radio, las tardes con Emilio Hidalgo en Onda Cero, las mañanas con Mila, hablando de cualquier cosa. Añoro ir al Centro de la Juventud, con mis compañeros de Joven FM y el gran Fofo…

Me gustaba eso de ir por la calle saludando a la gente, parándote a hablar con los que conocías… Echo de menos un banco del Paseo de la Estación. Pasar por la Plaza y ver a la gente en los bares…

Pero si hay una cosa que de verdad echo de menos, es levantarme a las 7 de la mañana, escuchando “Herrera en la Onda”, y tomarme el café con mi madre, mientras ese aroma inundaba la cocina.

¡En fin! ¡Qué tonto me he puesto! Aquí queda esto, volver, he vuelto a escribir, que era mi propósito. Ahora, a seguir.

¡Ay que ver lo que me ha costado! Me voy a la cama…