viernes, 14 de enero de 2011

¡En mis tiempos!

La frase que lleva por título esta columna, es una de las que más oigo cuando me quejo del estado de la educación.

Y es que al parecer, en nuestras cabezas debe haber un pequeño esquema programado que podemos repetir hasta la saciedad y que irá evolucionando conforme la edad vaya subiendo.

A la conclusión que se llega es siempre a la misma. Los estudiantes de ahora somos más tontos que las “santas piedras”, mientras que “en mis tiempos nos exigían más, estudiábamos más, no teníamos tantas “tonterías” como tenéis ahora y si el maestro me pegaba, mi padre también, porque algo habría hecho” (interprétese este apunte temporal como si lo dijera alguien mayor que el estudiante de turno).

Por lo tanto, esta conclusión nos lleva a la siguiente idea, que los estudiantes de ahora vamos a la ley del mínimo esfuerzo, que pasamos de las clases, que somos unos “perros” y que lo único por lo que nos interesa ir al instituto o colegio es para estar bajo techo y calentitos (esto último, será en verano, porque en invierno no sé yo).

Lo arriba expresado, aun siendo una idea muy generalizada, me juego lo que quiera, a que alguna vez lo ha dicho, o por lo menos pensado.

Y claro, nosotros los alumnos, que somos “tonticos” y no sabemos hacer ni la “o” con un canuto, nos callamos, porque si replicamos, añadimos a todo esto que somos unos mal educados.

Ahora bien, me pregunto yo: ¿Quién tiene la culpa de todo eso?

No negaré, que parte de la culpa se la ha ganado a pulso algunos sectores del alumnado. Porque el que estas letras escribe lo vive todo los días, y ve como hay gente que va al instituto como el que una buena mañana de Domingo se dirige al Peral a comerse unas gachas o una paella con su familia.

Pero siempre nos olvidamos, de los que, con más o menos esfuerzo, intentamos seguir el ritmo de la clase, para avanzar en nuestra carrera educativa, y poder alcanzar como meta, estudiar o trabajar, de lo que uno siempre ha soñado o deseado.

Llegados a este punto de la reflexión hemos de buscar responsables. Lógicamente, como ya se ha dicho un poco más arriba, los alumnos, los primeros, porque no se esfuerzan. A los profesores, se les atribuye parte, aunque hay gente, que para quedar bien siempre hace aquel comentario tipo “Pero bueno, pobrecillos. Bastante tienen con lo que tienen”.

Y para terminar, y no perder la costumbre, se mira hacia el gobierno, y nadie duda de que comparte también la culpa.

Pues bien, bajo mi punto de vista, la mayor responsable, es el gobierno. Y no solo el gobierno, cada uno de los 17 reinados a los que llamamos “comunidades autónomas” y que tienen, su rey, llamado “presidente autonómico”, seguido de un sequito al estilo de los más ricos jeques árabes, llamados delegados, consejeros, secretarios, etc.

Dicho lo cual, les recomiendo que se lean la columna publicada por Arturo Pérez-Reverte en el suplemento XL Semanal de ABC el 26 de Diciembre de el ya extinto 2010. El título a lo mejor les dice poco “Boabdil no tenía motivos”, pero explica y plantea mi idea a las mil maravillas,

Pérez-Reverte habla de cómo la Junta de Andalucía encabezada por José Antonio Griñan se gasta el dinero en estupideces a pesar de que el informe Pisa revela que dicha comunidad está a la cola respecto al nivel educativo de Europa.

¿En qué invierten su dinero? En crear una guía de 71 páginas para propiciar “el conocimiento de la perspectiva ecofeminista y potenciar el lenguaje periodístico desde una perspectiva de género medioambiental”.

¿Y sobre qué versa esta maravillosa obra que debería formar parte de nuestras estanterías junto a la Biblia y al Quijote? Se nos propone evitar la palabraactor” sustituyéndola por persona que actúa, que en vez defutbolistas” digamos quienes juegan al fútbol, que en vez deparados” se diga personas sin trabajo, que “los ciudadanos” se transformen en la ciudadanía, “el hombre” en la humanidad, “los niños” en la infancia y “los andaluces” en el pueblo andaluz.

Con esto, ¿quién duda ahora sobre el responsable del estado de la educación? Los políticos prefieren centrarse en estas tonterías, y que los estudiantes, sigan perdiendo nivel…

Aunque, todo hay que decirlo, insisto, hay alumnos que van a los centros educativos de paseo, al igual que algunos profesores… Que aunque son los menos, también los hay.