Creo que he descubierto la solución
para parte del problema social que estamos viviendo. “La culpa es de la
economía”, dicen algunos, “la culpa es de la sociedad”, apuntan otros, “nuestro
problema es el Euro”, matiza un grupo de personas al fondo, y “la culpa es de
el capitalismo y Adam Smith” gritan algunos que piensan que “con Lenin esto no
ocurriría” y que le quedaba bien la perilla que llevaba.
Y luego está la maravillosa casta
política que tenemos, que con echarle la culpa al gobierno anterior, se queda
tranquila. “¡Es culpa de Zapatero!”, “¡Todo esto lo lió Aznar!”, “¡El pufo lo
dejó Felipe González!”, “¡Yo me encontré lo que me dejó Suárez!”, “A mi no me
miréis, me lo encontré así de Franco”, etc, etc, etc, hasta llegar a los
tiempos en que Boabdil se daba sus paseítos domingueros por Granada.
Y cómo decía al comienzo, creo que
tengo la solución, aunque me parece que llego tarde: No se cortaron cabezas.
En España, los reyes y políticos que
hemos tenido nos han “mamoneado” (permítanme la expresión) todo lo que han
querido y más, y encima, les hemos puesto buena cara. Se pensaban los padres de
la Constitución de 1812, que aquello era así de fácil. La redactaban, la
firmaban, esperaban a que volviera Fernando VII y todos contentos. ¿Qué
ocurrió? Que cuando el monarca llegó de Francia, le echó un ojo por encima y al
igual que me decían a mi los profesores en el instituto “te lo has trabajado
mucho, pero no te da ni para el 5”. Y así quedó la cosa, vuelta al absolutismo.
Mientras tanto, 200 años atrás en
Inglaterra, a Carlos I al que también gustaba de practicar el absolutismo, un
30 de Enero de 1649 le dieron un repaso en la guillotina por decir que “ninguna
corte tenía jurisdicción sobre un monarca” (porque en Inglaterra, por aquellos
entonces, ya existía la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores). Con
esto, los reyes que vinieron detrás, ya iban avisado, cuidadito con lo que hacemos
que nos dejan si cabeza.
Pero digo más. En Francia, eso
personajes tan finos, a los que nos imaginamos todo el día de “punta en blanco”,
vestidos de gala, con el pañuelo colgando de la muñeca y hablando con la boca
“chica” como si siempre estuvieran diciendo “pitiminí”… También cortaron
cabezas… Que se lo pregunten a Luis XVI… Incluso a Robespierre, que era uno de
los líderes de la Revolución Francesa… Pero en cuanto se pasó, ¡ZAS! Y problema
menos.
A día de hoy, claro está que esto ya
no se puede aplicar… El problema reside en que en aquellos tiempos, el pueblo
se levantó en cuanto sus líderes “mamonearon” un poco… ¿Aquí que hicimos?
Pegarnos con los franceses para que nos devolvieran a nuestro déspota rey.
Esto hizo que la clase política se
concienciaran de su responsabilidad. Y ahora, miren los casos que están
saliendo de ministros que han dimitido porque se ha descubierto que plagiaron
en su tesis doctoral… ¡incluso uno ha dimitido porque no pagó una multa hace
años!
Mientras tanto, aquí en España no
dimite nadie… Salvo en el Ayuntamiento de Madrid. Y no sé si son dimisiones o
que Ana Botella está haciendo limpia después de la catástrofe del Madrid Arena.