viernes, 4 de junio de 2010

La Torre de Babel.

Cuenta la Biblia en el Génesis, que Jehová, al ver que los hijos de los hombres estaban construyendo una ciudad y una torre para llegar al cielo, decidió confundir sus lenguas para que ninguno entendiese la del compañero.

Pues bien, se conoce que Jehová ha vuelto a bajar a la tierra, pero esta vez en el senado español.

En estos tiempos de “bonanza económica”, se está gastando 6.500 euros en poner traductores en el Senado, para que los políticos puedan expresarse en las lenguas cooficiales de sus comunidades autónomas.

Es gracioso porque (no sé si se habrán dado cuenta, que espero yo que sí) a parte de que cada político hable euskera, catalán, valenciano o gallego, también hablan castellano. ¿Y si todo nos entendemos en castellano, por qué poner traductores?

¿Recuerdan mi artículo de la semana pasada? ¿Hasta dónde podía llegar la estupidez humana? He aquí, el Gobierno de España se vuelve a superar.

Y es que una de las imágenes que este “evento” ha dejado fue ver a Montilla hablando en catalán y a Manuel Chaves poniéndose los auriculares para poder entenderlo. ¿Y por qué hemos de destacar esta imagen? Porque tanto Chaves como Montilla (por mucho catalán que hable) se han criado en Andalucía.

No entiendo por qué hay que poner traductores, porque insisto, si tenemos una lengua común, el castellano que además es la oficial (recordemos que el catalán, euskera, gallego, valenciano, etc, son lenguas cooficiales) ¿Por qué no podemos todos expresarnos en ella? Es más, los traductores cuestan 6.500 euros por cada jornada de trabajo.

¿De dónde se ha sacado ese dinero? ¿Del recorte del salario de los funcionarios? ¿De las pensiones de jubilación? ¿De dónde? Porque 6.500 euros son muchos euros, y no se sacan de la nada...

Da todo igual, aquí cada uno es nacionalista y quiere hablar en la lengua de su comunidad, pues adelante. A partir de ahora, que le pongan traductor también a Barreda para que pueda hablar con el acento manchego cerrado, que para eso de es Ciudad Real.

¡Todo sea por gastar!