Últimamente tengo la extraña sensación de que el gobierno se está intentando meter en nuestras vidas. El interés en cuidarnos ha ido creciendo notablemente de un tiempo a esta parte.
Hace unos años, en Ministerio de Sanidad, creó una campaña publicitaria para recomendarnos no comer alimentos que no fueran sanos, es decir, que catáramos lo menos posible, la llamada “comida basura” o “comida rápida”.
Junto a esta campaña, también advertían de los altos contenidos en azúcar de según qué bebidas y de lo perjudicial que podían ser para la persona que los injiriera.
Poco después, se nos recomendó el uso “responsable” de antibióticos. Dado que estos, si se usan de manera incorrecta, pueden perder su función.
Al poco tiempo, una campaña para concienciarnos para que nos pusiéramos el cinturón de seguridad cuando fuésemos en el coche. Cosa lógica, que no hubiese hecho falta si el pueblo tuviera dos dedos de frente (y que esos dos dedos estén rellenos, porque hay gente que tiene el hueco, pero vacío).
Siguió pasando el tiempo, y comenzaron los controles de alcoholemia. Resulta que si pasabas por la A-4, cerca de Félix Solís, en época de vendimia, dabas positivo.
Hace poco, prohíben fumar en sitios públicos cerrados, porque es muy malo para todo el mundo. Ahora prohibirán fumar en la puerta de los locales en cuestión, porque el índice de constipados desde el 2 de Enero, ha subido.
Encima, bajan las pensiones, para que los jubilados no se las gasten ni las desperdicien en tonterías que no vienen a cuento. Además, aumentan la edad de jubilación para que no se aburra la gente en sus casas con 65 años.
Ahora nos bajan la velocidad en las autovías, para que no se corra. Así podremos disfrutar de los maravillosos paisajes que nos deparan las carreteras.
Que digo yo, a este paso, que nos obliguen a todos a ir en bici, que con los bolsillos cargados de piedras, y cuesta abajo, alcanzas los 30 km por hora, como mucho.
Sobre este tema, se están escribiendo ríos de tinta. Pero es que, es más, ahora mismo, se está cobrando la gasolina, a un precio mayor, con la excusa de las revueltas en Libia, porque según los mandamases de este país, al estar aquel territorio en guerra, cuesta más traerlo.
Lo que no dicen, es que el carburante que ahora mismo se compra en las gasolineras, no es el que se está trayendo del susodicho país, es el que hay en los almacenes de las compañías petrolíferas. Es decir, que dentro de poco, volverán a subir los precios.
¿Qué será lo siguiente? ¿Te colocarán a un “experto” que te la sujete cuando vayas a mear?
A este paso, cada vez que quiera salir un sábado por la noche, en vez de pedirle permiso a mi madre, se lo pediré al Estado.