Antes de empezar con mi columna, quiero pedir perdón por este tiempo en el que me he ausentado. La malas lenguas dicen que he estado de vacaciones tomando el sol en lujosas playas de la Costa Blanca. En realidad he estado revisando los cabos que unen las velas a los mástiles de los barcos de toda la costa española, trabajando de sol a sol, sudando la gota gorda para evitar así accidentes y salvar vidas.
Hecha esta pequeña aclaración, vamos con el tema. Sé, que de lo que voy a hablar esta semana, a mucha gente le da igual, pero para mi, un raulista hasta la médula, es muy importante.
Desde pequeño, me gustó el fútbol, y siempre tuve claro que mi equipo preferido era el Real Madrid. Poco a poco, fui descubriendo a sus jugadores, Morientes, Mcmanaman, César, Casillas, Michel Salgado, Roberto Carlos, Hierro, Ivan Helguera, Solari, Raúl... Siendo yo todavía pequeño, recuerdo el fichaje de Figo y Zidane, también Ronaldo, poco después Beckham, y ahora Kaká, Cristiano Ronaldo y compañía.
Sin duda, de todos los jugadores, yo me quedo con uno, con “el duende”, “el capitán”, “el siete”, don Raúl González Blanco.
Sonará a topicazo, pero Raúl es un jugador de los que ya no hay. La última vez que lloré yo con el Real Madrid, fue viendo a Raúl emocionado por haber ganado una liga. Eso solo lo hacen los jugadores que son del equipo de verdad, y no las estrellas súper millonarias a lo Cristiano Ronaldo, Kaka' y compañía, a los que solo les importa el dineral que se van a embolsar a final de mes...
En el Real Madrid, hacen falta más jugadores de la casa y no tanta estrella que al fin y al cabo, y salta a la vista, en el equipo merengüe, no hacen nada... Solo hay que ver el Barcelona, que apostando por la cantera (y gastándose sus “milloncejos”, todo hay que decirlo), ha creado un equipo ganador, competitivo y sobre todo, un grupo de personas que hacen piña.
Hace bastante que dejé de prestarle tanta atención al fútbol, pero siempre seguí al Real Madrid, o mejor dicho, al Raúl Madrid. Y hoy puedo decir, que allá dónde vaya Raúl, estará mi sentimiento futbolístico.
No creo que el propio Raúl lea esta columna, pero sirvan estas humildes palabras como homenaje al jugador más grande que ha tenido el fútbol español. Hasta siempre, crack.
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