viernes, 15 de enero de 2010

Desgraciadamente, no todos somos iguales

El pasado 28 de Diciembre estuve viendo la gala “Inocente Inocente” en Antena 3. En ella a parte de reírse a gusto de más de un deportista o famoso (que se lo digan a David Meca, al que gastaron tres inocentadas en menos de 10 días), se recaudó dinero para niños con distintas discapacidades: síndrome de Down, autismo y parálisis cerebral.

A mí se me conmovió el corazón. Recuerdo que cuando yo iba al cole, en el C.E. I. P Luis Palacios había varias aulas de chicos con discapacidades psíquicas o físicas. Esto hacía que cuando salíamos al recreo todos nos encontrábamos juntos. A los que estábamos allí desde los 3 años, ver gente en silla de ruedas, con la mirada perdida y las cabezas caídas, etc., era algo común y corriente.

A los alumnos que venían de otros centros, los primeros días les chocaba mucho pero, con el tiempo, se acababan acostumbrando. Eso era integración de verdad. Luego en la calle, cuando veías a cualquier persona con alguna minusvalía, para ti, eso entraba en lo cotidiano.

Hace 3 ó 4 años, se construyó un colegio para niños de educación especial, y algunos de los que se encontraban en el C.E.I.P Luis Palacios (los de mayor edad) fueron trasladados.

El cambio fue para bien, y para mal. Para bien porque lógicamente tener un centro adaptado a las necesidades de estos chavales siempre es un punto a favor, y mal porque la integración, de la que hablaba en los comienzos de esta columna, se perdió.

He conocido a los distintos directores y profesores que han ido pasando por el Luis Palacios, y una cosa que se oyó mucho cuando se marcharon fue: “no va a ser lo mismo”. Y es verdad. Hasta el más discapacitado de cuantos había en el patio del recreo, el que menos parecía darse cuenta de su entorno, sabía que se encontraba rodeado de niños “normales”, que, no solo es que no lo viesen como algo “raro”, sino que lo consideraban como uno más. Y eso, a él, le ayudaba a integrarse en la sociedad.

El Luis Palacios ha hecho y sigue haciendo mucho por la integración de los niños de educación especial, y me consta que ha sido una tarea dura, pero eso sí, con ese esfuerzo, han puesto su granito de arena para hacer mejor la sociedad del mañana.

Y es que desgraciadamente no todos somos iguales, y debemos convivir juntos para aprender de nuestras diferencias.

Sin más, simplemente desearles ¡FELIZ AÑO!

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