viernes, 27 de agosto de 2010

A la vuelta de las vacaciones.

Se acabaron las vacaciones, y claro, hay que volver a retomar la columna en este semanario. Lo primero que hago es leerme la prensa digital para ponerme un poco al día, y me entra la depresión. Si ya voy así, ¿cómo será la pos-vacacional?


Lo primero que veo, los toros en Cataluña. Al final los prohibieron. Y lo que más gracia me hace es que todavía habrá gente que se piense que lo han hecho por el sufrimiento animal. ¡Pobres ilusos! Al final se salieron con la suya. Dentro de poco, en Cataluña, estará prohibido llevar a cabo costumbres tan españolas como comer jamón serrano, echarse la siesta y decir palabras con la letra Ñ (creo que todos estamos pensando en la misma, y no es España).


Por otro lado, el Gobierno ha reflexionado. Y claro, cómo cada vez que lo hace, los ciudadanos nos echamos la mano al bolsillo. ¿Por qué? Porque al igual que un chaval en un botellón con música poligonera en el coche, los impuestos van de subidón, ¡subidón!.


Y es que mi admirado e idolatrado Señor Blanco se ha dado cuenta (después de mucho darle al coco), de que nuestros impuestos son inferiores a la media europea. Eso está muy bien, siempre y cuando no reparemos en el pequeño detalle de que el salario medio español, también está por debajo del que tienen en el resto de Europa.


Pero bueno, ¿de qué hay que preocuparse? Si solo van a experimentar la subida de impuestos los ricos... Y todos volvemos la cabeza para otro lado ¿eh?. Pero es que resulta que, para el Gobierno de España, casi toda la clase media se considera rica...


Pero de todas formas, queda muy bonito: “¡Qué bueno soy! Le quito el dinero a los ricos!”. Ya me imagino a Zapatero y a José Blanco vestidos de verde con una espada en la mano jugando a Robin Hood.


Al final de todo esto, la subida la pagaremos los de siempre, y los ricos, a lo suyo...


Otras de las noticias que me llamó mucho la atención fue la huelga de bolígrafos caídos de la Guardia Civil. Yo no sé para ustedes, pero para mi, esto es muy fuerte. ¡Hasta los propios guardias se manifiestan en contra de la política de sus jefazos!


Es triste pero es así. Nos fríen a multas, pero no por nuestra seguridad, sino que lo hacen para recaudar... Y encima suben los impuestos... Esto se pone cada vez mejor.


Que me imagino yo al guardia multando a un conductor por guiñar los ojos a una velocidad mayor de la permitida para poder conducir... O poniéndole una “receta” por soltar un suspiro, cosa que claramente contribuye a que te despistes y pueda haber un accidente por tu culpa.


Y ya, para rematar, me doy cuenta de que nuestra política exterior (como toda en general) vale para menos que una limpiaparabrisas en un submarino.


Llega el Gobierno marroquí, dice que la policía española tiene “comportamientos racistas” contra sus ciudadanos y asedian Melilla.


Y claro está, nuestro presidente hizo lo que se esperaba de él: nada.


Es triste, que un país de segunda (y que nadie se me ofenda, pero las cosas son como son) venga a molestar (por no utilizar otro término más soez) a un país desarrollado como es España.


Que unos cuantos activistas mandados por Mohamed VI sean capaces de asediar, como ya he dicho antes, la ciudad de Melilla, logrando que no entrase pescado, ni verdura, ni fruta, ni material de construcción, ni si quiera las empleadas domésticas que cruzaban la frontera para ir a trabajar a Melilla.

Y mientras tanto, ¿alguna gestión diplomática? No, ¿para qué?. Yo hago como que no miro y no pasa nada.


Ahora viene mi pregunta. Me gustaría saber qué hacía el Ministerio de Igualdad, mientras las agentes de policía eran acosadas en la frontera.


Menos mal que se solucionó todo. Lo que no sé es cómo, porque según declaraciones del ministro Rubalcaba: “Hemos acordado poner esto en el pasado” y “Eso ya pasó”.



¡Da gusto volver de vacaciones!